Podéis enviarnos vuestras experiencias, fotos extrañas o relatos de terror a
lugaressolitarios@gmx.es

Y si conocéis algún lugar abandonado en Cataluña enviarnos la información por correo y iniciaremos una investigación en la que si queréis podréis acompañarnos!!


En la pestaña del panel derecho, llamada "reportajes" veréis nuestras visitas a lugares abandonados, en "Las pesadillas de Génesis" podréis estremeceros con los relatos fictícios de mi propia cosecha y finalmente en "relatos" encontraréis pequeñas historias "reales o no" de nuestros lectores, donde puede incluirse la tuya própia.

LAS GEMELAS



Después de una semana de estar colgando carteles, Génesis se dirigía hacia la única casa que había respondido a su anuncio, no le extrañaba, ya que le colocó el cartel casi en la puerta, y fue sorprendida por dos niñas preciosas que la observaban a través del ventanal. Según le comentó la señora del teléfono, a las seis debía acudir para ser entrevistada. Unos minutos antes ya se encontraba frente a la casa, nerviosa.

-         Buenas tardes. Tú debes de ser…
-         Génesis, y usted la señora Vera, ¿no?
-         Sí, así es. Pasa por favor.

Al entrar, unos pasos sonaron tras ella, por las escaleras bajaban corriendo las pequeñas. Dos gemelas de cinco años correteaban a su alrededor, mientras reían sin parar.

-         Quietas…niñas…, perdónalas, mira ella es Verónica y ella Lucia.
-         Encantada de conoceros pequeñas. (Dijo Génesis tiernamente).

Mientras la señora Vera le enseñaba toda la casa le fue explicando a Génesis el cuidado que necesitaban las niñas, las normas que regían sobre la casa y los horarios que debería cumplir en el caso de aceptar el trabajo.

La señora Vera era una mujer de unos cincuenta y tantos años, sus rasgos cansados hacían de ella una mujer luchadora. Su mirada daba confianza y hablaba de una forma dulce, a Génesis le daba muy buenas vibraciones por lo que estaba encantada con el puesto de niñera.

- Desde que murió mi marido hace unos años, las pequeñas y yo nos hemos quedado muy solas aquí. Nos sobra la mitad de la casa, pero la idea de irnos me entristece muchísimo. (Explicaba Vera melancólica…) Ahora, desgraciadamente soy yo la que esta enferma, el cáncer se ha apoderado de mí igual que lo hizo de mi marido. Por eso te necesito. He empezado un tratamiento nuevo y tengo que ausentarme durante varias horas al día.

-Perdone mi pregunta, pero…. ¿son sus hijas?
- Sí, claro.
-No yo….pensé…
-Sí tranquila, lo entiendo. ¿Pensaste que eran mis nietas, verdad?
-Bueno…

Después de la conversación que habían tenido, Génesis se sentía un poco culpable, debía haber mantenido el pico cerrado, pero bueno, la Señora Vera continuaba siendo igual de agradable que al principio.
Contenta se marchó para casa impaciente por empezar al día siguiente su nuevo empleo.
Por el camino se encontró con un par de vecinos que sacaban a sus perros a pasear, al doblar la esquina vio a  su amiga Maria que la estaba esperado impaciente en su porche.

-¡Génesis! Te estaba esperando ¿De dónde vienes?
- Acabo de hacer una entrevista, ¡Mañana empiezo de canguro!
- ¡Que bien! Me alegro por ti. ¿A quien vas a cuidar?
- Pues a dos gemelas de cinco años, preciosas, que viven cerca de aquí, en la casa del otro lado del parque de aquí atrás.
- ¿La casa blanca?, pero si hay sólo vive una mujer mayor.
- No, tiene dos hijas, gemelas. Hace poco murió su marido y la pobre vive sola, con ellas.



A la mañana siguiente, Génesis  llegó sobre las once a casa de la Señora Vera. Las niñas la estaban esperando  en su habitación mientras que su madre se despedía y partía al hospital. Subió en busca de las pequeñas, el silencio reinaba a su alrededor. Se acercó hasta la habitación pero no las encontró allí. Gritó sus nombres varias veces sin recibir respuesta alguna. Cuando ya empezaba a ponerse nerviosa, oyó unos pasos a su espalda, su propia silueta reflejada en un espejo la sobresaltó, hecho un vistazo a su alrededor pero a ella no le pareció ver a nadie más. Se giró rápidamente y allí se encontró con las dos hermanas. Un escalofrío recorrió su cuerpo, puesto que no esperaba encontrárselas allí. Entre risas las niñas la agarraron de la mano y la hicieron bajar al jardín.

-         Bueno, guapas, ¿Qué queréis que hagamos?
-         Jugar al escondite!

Mientras ella contaba, las gemelas se escondieron. Se dispuso a buscarlas entre los árboles, detrás de las sillas, debajo de la mesa…. Pero ni rastro de ellas. Entre la espesura de las flores vió un sendero que la conducía hacia la parte de atrás de la casa, se adentró en él hasta que llegó a una especie de plaza vestida con tres sauces llorones. Mientras echaba un vistazo al solitario lugar se percató de que, entre la espesura, había una especie de portón de piedra. Con la mano apartó las hierbas que la cubrían cuando de repente las dos niñas la sobresaltaron.

-¡Que haces aquí! Mamá no quiere que nos acerquemos…Este lugar está prohibido. ¡Corre, a ver si nos pillas! (Gritaron las pequeñas)

Génesis corrió tras ellas alcanzándolas metros más adelante.

El timbre de la casa sonó, tras la puerta un señor vestido de azul cielo esperaba con una carta en las manos.

-         Buenos días. Traigo una carta para la Señora Vera.
-         Sí, puede dejármela a mí, soy la niñera.

El hombre miró a Génesis de arriba abajo y, extrañado, le entregó la carta, Génesis  la agarró y perpleja por el comportamiento de éste cerró la puerta.

Después de comer y mientras las gemelas descansaban, Génesis se paseó por la casa. Recorrió las estancias una a una, hasta que al final del pasillo encontró una escalera y al final de ésta una habitación cerrada. Subió sigilosamente y se acercó hasta ella. Suavemente giró la maneta, pero no se abrió. Entonces recordó las llaves que había visto colgadas en una pared de la despensa. Una vez las tenía las probó en la puerta y ésta cedió. En esta habitación no había ventanas, buscó algún interruptor para encender la luz, pero no lo encontró, por lo que con la poca claridad que entraba observó lo que estaba a su alcance. Libros viejos se apilaban por el suelo, muebles cubiertos con sábanas se entreveían en la estancia y al fondo de ésta un gran baúl. Se acercó a él, pero la oscuridad no le dejaba ver, lo abrió y en su interior encontró un montón de documentos y fotografías.



Bajó a la cocina para buscar alguna linterna, de un cajón cogió una y volvió a subir para continuar con su expedición, pero en mitad de la escalera la esperaban las gemelas, con una inquietante seriedad en sus rostros.

-         No deberías estar aquí. Si mi madre te ve, se enfadará.
-         Ah… ¿también está prohibido? Digo con ironía Génesis.
-         Sí.

Génesis notaba cierta tensión con las niñas, parecían dos criaturas inocentes pero había algo en sus miradas y palabras que le estremecía. La casa parecía tener muchos secretos o al menos esa era la sensación que le había causado a Génesis y el comportamiento de las gemelas aumentaba su inquietud.

Alrededor de las cinco de la tarde la Sra. Vera llegó de su tratamiento, Génesis y las niñas se encontraban en el salón dibujando sobre unos folios…

-         ¡Hola!
-         ¡Mami, mami! (Gritaban las niñas alrededor de su madre)
-         Hola, Sra. Vera, ¿todo bien?
-         Sí, hija sí, estoy un poco cansada, ¿y vosotras que tal?
-         Muy bien, hemos estado todo el día entretenidas, hemos jugado en el jardín, al escondite, pintado…. (contestó Génesis entusiasmada).
-         Me alegro de que te lleves bien con mis hijas, en realidad son muy especiales, supongo que ya te habrás dado cuenta…. Perdona, voy a quitarme el abrigo y seguimos conversando….

Las niñas miraban en silencio a Génesis. Ésta ya empezaba a cansarse de la mirada amenazante que recibía por parte de las pequeñas en algunas ocasiones. Parecían tan dulces, pero…

-    Génesis, ¿has entrado en la buhardilla?
-         Bueno, sí, verá…
-         ¡No vuelvas a entrar allí! (Gritó la Sra.Vera)
-         Perdone…
-         No, perdona tú, no debería haberme puesto así, pero es que hay tantos recuerdos allí arriba, encerrados. Por favor, no vuelvas a entrar. Y otra cosa, no quiero que juguéis más en el jardín.

 Génesis mientras se marchaba para casa no dejaba de pensar en cómo se había puesto la Sra. Vera, le extrañaba su comportamiento, pero en fin, no volvería a husmear por la casa.

Pasaron varios días y las cosas estaban bien, aquella tarde mientras las pequeñas estaban entretenidas delante del televisor, Génesis se sentó en una silla para leer un libro, en una sala contigua al salón, desde donde podía ver a las niñas. Estaba intentando relajarse y disfrutar de la lectura cuando un ruido la sobresalto. Se acercó hasta la escalera buscando su providencia, y cuando se encontraba delante de ésta se percató de que venía de la habitación que la Señora Vera le había prohibido entrar: la buhardilla. Se fijó y vió que la puerta estaba entornada. Dudó durante un instante, echó un vistazo a la Verónica y Lucia y con decisión subió las escaleras con la linterna en la mano. Lentamente abrió la puerta y enfocó a su interior. No había nadie en la estancia, pero en el centro de la habitación encontró un baúl volcado. Junto a él, muchos documentos se encontraban esparramados por el suelo. Génesis se acercó a ellos y se arrodilló al lado del baúl. Lo primero que sus manos agarraron fue una fotografía de las gemelas que, por la forma en que iban vestidas, parecía que había sido tomada en un entierro, quizá el de su padre, pero no podía ser ya que la foto  era reciente. Continuó ojeando aquellos papeles, hasta que en sus manos cayó una especie de cartulina que le dió un escalofrío, una tarjeta de defunción, en  la parte posterior había una cruz dorada estampada y debajo una fecha…                                                
                                       
                      2001   -   2007

Extrañada, la abrió y de repente un grito desgarrador provino de la sala de abajo, a las niñas les estaba sucediendo algo horrible… 



Génesis corrió desesperadamente bajando las escaleras de cuatro en cuatro y cuando llegó al salón, las niñas la miraron atónitas.

-¿Qué? Le dijo Verónica sin apartar la vista del televisor.
-¡Cómo que qué! Pero…¿ por qué habéis gritado?, ¿Quién ha sido?
- Nosotras no hemos gritado, estábamos viendo la tele… ¿y tú, dónde estabas?
- No me lo puedo creer, me habéis dado un susto de muerte. Cuando vuelva vuestra madre se lo pienso contar todo.
- A ¿si?, ¿y dónde le dirás que estabas tú?
- ¡Verónica!, eres muy mala, ¿lo sabias?
- ¡Sí! Ji, ji, ji, jii, ji

Génesis no se acaba de creer lo que estaba sucediendo, las niñas salieron corriendo hacia el jardín, riéndose de Génesis, y ella tras las pequeñas para que volvieran dentro, ya que la Señora Vera le había dejado muy claro que no quería que salieran a jugar fuera. Como no podía controlarlas en casa, sólo encontró una forma de hacerlo, llevarlas a tomar un helado a condición de que dejaran de comportarse así, y lo consiguió, las gemelas se volvieron a convertir en las adorables niñas que habían sido en un principio.

Por el camino se encontró con varias personas conocidas, del barrio. Génesis saludaba contenta, con una niña cogida de cada mano, iba paseando tranquilamente, al llegar a la heladería, se acercó hasta la barra a saludar al padre de su amiga María, que era el dueño.

-Hola Sr. Ramón, ¿Qué tal está?
-Bien hija, ¿y tú?
-Bien, a tomar un helado con las niñas que cuido.
El Sr. Ramón, echó un vistazo hacia la mesa y luego se dirigió a Génesis.
-María está bien, te echa de menos, así que cuando puedas, llámala.
-Ah, sí, claro. Lo que pasa es que estoy muy ocupada, con las gemelas.

El padre de Maria, echó una extraña mirada a Génesis, ella se quedó perpleja ante la situación, se despidió y fue a pedir los helados junto a las pequeñas.
Mientras regresaban a casa, María, vió a Génesis cruzando el parque, como se encontraba un poco lejos y ésta iba conversando con las pequeñas no se percató de los saludos que le hacía María, lo que hizo enfadarla aún más.



Aquel día debía quedarse unas horas más, ya que la Sra. Vera se retrasaría por lo que al llegar les preparó un baño caliente…

-         Venga, pequeñas, ¡a la bañera!
-         Yo no quiero…
-         ni yo!
-         Venga, vamos…


Génesis dejó a las dos un rato solas  para que jugaran mientras ella iba preparando la cena, desde la cocina podía oírlas jugar en el agua, hasta que el silencio reinó la casa.

-         ¿Lucia? ¿Verónica?...Venga, no me asustéis...

Pero no contestaban. Secándose las manos con un trapo viejo, se dirigió al cuarto de baño, a través de la puerta medio entornada podía verse el vaho salir hacia el pasillo, y el silencio continuaba, abrió la puerta y lo que vió casi le paraliza el corazón.
Las niñas estaban boca abajo en la bañera, sus cabellos negros flotaban sobre el agua, corrió hasta ellas agarrándolas como pudo y levantándolas en un segundo, pero al girarlas sus rostros no eran los de unas niñas recién ahogadas o inconscientes, sinó los de unos cadáveres putrefactos. Las soltó de golpe y sus piernas resbalaron, golpeándose en la cabeza con el filo de la bañera, de pronto todo era oscuridad, tan solo podía escuchar los latidos de su corazón, perdidos en aquella espesa negrura.



Cuando abrió los ojos, las niñas estaban delante de ella. La miraban y la intentaban levantar, diciendo su nombre para que reaccionara.

-         ¡Génesis! ¿estás bien?
-         Pero, estábais ….
-         Te resbalaste y caíste, ¿te duele?

Al llegar a su casa aquella noche, a pesar de ser tarde, llamó a María. No podía esperar para contarle todo lo que le estaba sucediendo, creía que se estaba volviendo loca.

-         María, soy Génesis.
-         Hola. (Le contestó María de una forma muy seca)
-         Perdona por no haberte llamado antes, pero es que las gemelas me tienen muy ocupada.
-         Génesis, ¿por qué no me hiciste caso en el parque esta tarde?, Si no quieres saber nada de mí sólo tienes que decírmelo.
-         Pero, Maria, que estás diciendo? claro que quiero saber de ti, por eso te llamo. Esta tarde no te he visto, no sé de qué estás hablando, he ido con las gemelas a la heladería, incluso allí hable con tu padre, después crucé el parque para regresar a la casa y no debí escucharte.
-         Génesis, esta tarde ibas sola, yo no vi a nadie más contigo, y mi padre dice que estabas sola en la heladería. Si quieres darme esquinazo no hace falta que te inventes nada.

Maria colgó el teléfono. Génesis se quedó con el auricular en la mano, atónita por lo que acaba de escuchar. No entendía que estaba sucediendo, así que sin pensarlo ni un segundo, cogió su chaqueta y salió para dirigirse a la casa de la Sra. Vera.
Cuando estaba delante del porche, su mirada se desvió hasta el lateral, en dirección hacia el camino de los sauces, un impulso la hizo dirigirse hacia él, recordó el portón de piedra que había visto aquel día jugando en el jardín. Sin saber muy bien que estaba haciendo, encendió la luz del móvil y buscó entre la maleza, retirando las ramas que la cubrían encontró la puerta. Empujó con fuerza y ésta cedió.

Una especie de camino rodeado de cipreses la llevó hasta una nueva plaza, pero en ésta no había ningún árbol, tan sólo dos lápidas blancas cubiertas de velas viejas, volcadas alrededor. Temblorosa, se acercó lentamente hasta ellas y encontró la respuesta  que buscaba.


Su piernas flojearon, se dejó caer contra el húmedo suelo y volvió a leer :


Maria Blanco Vera  Y  Lucia Blanco Vera

2001-2007

Vuestros padres os cuidaran siempre.


Sus manos temblaban, sin dudarlo se dirigió hasta la casa, llamó al timbre varias veces hasta que la Sra.Vera abrió la puerta.

- ¡Génesis!, ¿Te pasa algo?, ¿Qué haces aquí?
      - ¿Puedo pasar?
            -  Sí, claro., pasa, pasa.
            - Sra. Vera, ¿Qué está pasando?, he visto las lápidas, las niñas…
            - Sí, es verdad. Murieron hace doce años, pero nunca se marcharon. Tú eres la única que puede verlas, me di cuenta el día que colgaste aquel cartel junto a mi casa, vi cómo bromeabas con ellas,  por eso te necesito.
            - Pero, ¿cómo?(Génesis estaba estupefacta ante la situación)
            - Sucedió todo tan deprisa….Fue una enfermedad, pero no quiero hablar ahora de eso, además pueden oírte. Lo oyen todo…


Génesis regresó al día siguiente, y al otro. La verdad es que desde que sabía el secreto, las niñas y ellas tenían más complicidad. Ella las trataba como si no pasara nada, pero en realidad no podía dejar de observarlas; era tan extraño…

Mientras recogía los juguetes que había desparramados por el pasillo, a Génesis  le pareció escuchar una especie de llanto, se dejó guiar por él hasta que descubrió que provenía del dormitorio de las niñas. Sigilosamente abrió la puerta y en un rincón, sentado sobre el suelo vio llorando a Lucia.

-¿Lucia, que te pasa, estás bien?
La niña no paraba de llorar, se tapaba la cara con las manos, así que Génesis se arrodilló frente a ella con cuidado, ya que no sabía que iba a encontrarse, sabiendo que era con un fantasma con quien estaba hablando, aunque eran tan reales como ella misma.
-         Cariño, cuéntame que te ha pasado.
-         Va a volver a pasar. (Balbuceaba la pequeña)
-         ¿Qué quieres decir? ¿Qué va a pasar?
-         Que ya se ha cansado.
-         ¿No entiendo nada, ¿quién se ha cansado? ¿de qué?

Entonces los pequeños ojos de Lucia se volvieron negros, las venas se le marcaron por la cara resaltadas en un tono verdoso y rojo, y la expresión de horror que puso aterrorizó a Génesis. Su cuerpo se impulsó hacia atrás quedando sentada de golpe y ya no pudo aguantarlo más. Comenzó a llorar desconsoladamente, el miedo que sentía no le permitía continuar ni un minuto más en la casa, con aquellas niñas muertas.





Pasados unos minutos, se incorporó. Se dirigió al baño y  se refrescó el rostro.  Cansada por el susto que se había llevado, decidió esperar a la Sra. Vera para decirle que se marcharía aquella tarde, para no volver jamás.

Sobre las cinco se escuchó el ruido de las llaves girar la cerradura, Génesis y las niñas se encontraban sentadas en el sofá del salón, en silencio. Al entrar la Sra.Vera, sus piernas flojearon cayendo al suelo. Génesis se incorporó rápidamente para ayudarla pero ésta no reaccionó. Con la ayuda de las pequeñas la recostaron en el sofá y no tardó en volver en sí. Las gemelas se miraron, dando a entender que sabían perfectamente lo que estaba sucediendo, estaban perdiendo a su madre igual que pasó con su padre.

Génesis se marchó aquella noche sin hablar con la Sra. Vera, le sabía tan mal abandonarla ahora que tanto la necesitaba, que pensó aguantar un poco más.

La mañana siguiente, decidieron pasarla en el jardín Ya no había ningún motivo para no hacerlo. Mientras las pequeñas jugaban en silencio, ella sentada en el balancín las observaba; al poco rato, Lucia se alejó de Verónica y sentada de espaldas a Génesis se entretenía con algo que los ojos de ésta no alcanzaban a ver.
Motivada por la curiosidad se acercó despacio hacia la niña; intentaba ver qué era lo que estaba haciendo o con qué estaba jugando, cuando ya se encontraba a tres palmos de ella, lo primero que vio fue un pelo de color blanco, se trataba de un gatito, pero…cuando sus ojos percibieron al completo al animal, el color blanco se tiñó de rojo mientras la pequeña jugaba con sus tripas, sacándoselas poco a poco del cuerpo de aquel pequeño e inocente animal.

-¡Dios mío, que estás haciendo! Gritó desesperadamente.
- Sólo estoy jugando, ji, ji, ji. (Reía la niña mientras seguía con su cometido)
Génesis se giró rápidamente y vomitó. Después se marchó corriendo hacia el interior de la casa.
-         ¿Qué pasa? Dijo Verónica , la cual se encontró de frente en cuanto entró por la puerta.
-         Tu hermana, está…..dios mio, a descuartizado a un gatito….
-         Lo mismo hizo conmigo, a veces las apariencias engañan, te quejas de mí pero te has equivocado de enemigo, ahora va hacer lo mismo contigo.
      Génesis, boquiabierta, negaba con la cabeza mientras miraba a Verónica, atónita.
-         ¡Pero que estás diciendo, me marcho de aquí ahora mismo!
-         No puedes, es demasiado tarde!
Un fuerte ruido se escuchó desde la buhardilla, otra vez. Génesis cogió su chaqueta y antes de salir por la puerta echó un vistazo hacia la escalera, la puerta volvía a estar abierta. Sus piernas comenzaron a subir lentamente los peldaños, casi sin pensar cómo, ya se encontraba delante de la puerta de la buhardilla, entonces ésta se cerró tan fuerte que pudo sentir el golpe en la cara, se giró para marcharse de allí y un escalofrío le hirvió la adrenalina, un dolor le subió por la pierna y al girar su vista hacia ella, la vio…
Lucia con un cuchillo le acaba de cortar el tendón de Aquiles, ésta se tambaleo cayendo escaleras abajo partiéndose el cuello.

Aquella mañana Génesis se despertó en el suelo, ¡¡con un dolor de cuello terrible!!



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EL PREVENTIVO DE TUBERCULOSOS, UNA PRISIÓN JUNTO AL MAR.


PREVENTIVO DE LA SAVINOSA
Información recopilada
Cerrado desde 1975
El antiguo preventivo fue inaugurado en 1929 y cerró en el año 1975, por lo que el espacio lleva 40 años deshabitado. Varios han sido los proyectos que se han anunciado desde entonces. 
En 1985 varias ideas, entre las que había un palacio de congresos, un polideportivo, un centro de estudios marítimos o un museo de arquitectura. Pero nada de esto se ha llevado a cabo, dejando éste olvidado edificio en abandono total.
Este hospital que une la playa de l’ Arrabassada con la Savinosa, fue construido en 1929  para enfermos de la tuberculosis, después pasó a ser un orfanato ,mas o menos por el año 1967 , donde acogían niños de todas las edades, los pabellones eran de colores , los uniformes de los niños también eran de colores, desde el azul (para los novatos) a los de gris, poco a poco la gente empezó a marcharse de allí, algunos no querían estar, otros volvieron con sus familiares ,”según dicen : “las enfermeras de allí eran muy estrictas y con mala leche”, finalmente cerró sus puertas en 1975, dejándolo libremente a los vándalos que nada más saben hacer daño, salvo la capilla y el 3 piso ,lo demás está mas o menos en buen estado, debido a una familia que cuida este terreno.

Nosotros no queremos juzgar la trayectoria del hospital ni cómo vivían los niños que lo habitaban pero la información que hemos podido encontrar de las personas que estuvieron internas allí no es positivo. Según cuentan había diferentes tipos de niños y trato hacia ellos. Unos eran enviados por sus padres en temporadas de verano, durante las vacaciones escolares, a éstos grupos los trataban “bien” pero después estaban los niños huérfanos que eran enviados allí para su cuidado y con los que el trato no era tan bueno. A éstos últimos los tenían en pabellones diferentes, según cuentan les obligaban a comer en abundancia a base de pellizcos para que engordaran y así poder fingir que los niños mejoraban. Los llevaban a todos a las duchas en grupo y bajo agua a presión muy fría les frotaban con esparto, incluso cuándo algún niño se orinaba en la cama le colgaban un cartel con las palabras “soy un meón” y le obligaban a pasearse por el resto de pabellones para que sus compañeros se burlaran.
Hemos llegado a encontrar un dato escalofriante, cuenta como en un de estos pabellones desaparecían niños en extrañas circunstancias, pero nunca podremos demostrar si estas “confesiones” son reales o no.



Nuestra visita
Cuando se nos ocurrió este reportaje, se nos erizó la piel, la idea de visitar el antiguo hospital de tuberculosos para niños de La Savinosa nos encantó. No en su mejor estado, sus dimensiones son impresionantes, al igual que sus vistas, ubicado en lo alto del acantilado. Para los que sois de la zona, supongo que ya lo habréis visto alguna vez, y para los que no habéis tenido esa oportunidad, tranquilos, en las fotos podréis haceros una idea de lo inquietante que es.

Nuestra visita, esta vez, a sido “diferente”, hemos ido Kike y yo (Carol) solos. No porque no quisieran acompañarnos sino porque no quisimos llamar la atención de las autoridades ni meter en ningún “lío” a nadie. (¡¡Cuando se enteren nuestros compañeros de rutas, se van a “cabrear”, pero desde aquí deciros que tranquilos chicos, volveremos todos juntos, y al anochecer…!!), ya que está a la vista de todo el mundo y protegido por un guarda, aprovecho para comunicaros que es aconsejable no entrar, ya que  “como he dicho antes”, está vigilado.

Tan sólo el ruido de las olas al chocar contra las rocas envuelve el lugar. Derruido por el paso de los años y de los “destructores” que han pasado por allí, el edificio central está compuesto de varias plantas aunque sólo pudimos subir a la segunda ya que el estado de las escaleras era desastroso. Nada de mobiliario contiene ya éste hospital, solamente podían apreciarse las puertas con el típico cristal redondeado y poco más.



Hay varios pabellones anexos al edificio central, uno de ellos parece haber sido quemado, el resto no está en mejores condiciones que el primero.

Durante nuestra expedición una sensación de intranquilidad nos invadía, con la cámara en una mano y la grabadora en la otra, intentábamos dejarnos llevar por aquel misteriosos lugar, hasta que nuestra adrenalina se disparó al ver entre los árboles a “alguien” acompañado de unos perros dirigirse hacia nosotros…….
Con paso ligero, dimos por finalizada la expedición por el momento y nos fuimos antes de que nos alcanzara…

Hemos recopilado información sobre este emblemático lugar, aparte de nuestros documentos gráficos hemos seleccionado algunos más antiguos…


 




LA DAMA BLANCA


Anochecía… las gotas de lluvia que caían sobre sus rostro no la dejaba ver con precisión, sus botas se hundían cada vez más sobre aquel espeso barro que el agua había creado, las mochilas todavía no habían comenzado a dejarse calar, pero si no llegaban pronto, esto no tardaría en suceder.

-         Mira, allí al fondo creo ver algo… ¡Sí, allí es!

Los ojos de Génesis y Sergio quedaron deslumbrados por las dimensiones de aquel imponente orfanato, situado sobre aquel olvidado valle en el que estremecía su aspecto macabro.
Los dos solos, decidieron  ir a visitar aquel espeluznante edificio abandonado con la idea de encontrar alguna señal de la “Dama blanca”, algo que les hiciera creer que era real, ya que aquella historia no dejaba de oírse por todos los rincones del pueblo.

Caían las seis de la tarde aproximadamente cuando sus pies tocaron el suelo frío de aquel ancho recibidor. Vestido con largas telas de color rojo oscuro, aquel lugar parecía contener los gritos de cientos de niños abandonados allí durante la guerra.
Génesis sostenía su cámara fotográfica sobre su mano derecha mientras que con la otra intentaba abrir un cajón situado en el extremo del pasillo, levantando una nube de polvo rancio, el cajón cedió. En su interior, varios juegos de llaves antiguas brillaban en la oscuridad, sin dudarlo, las agarró y se las mostró a Sergio.

-Mira, seguro que son de los dormitorios de los huérfanos, ¿te apetece que busquemos qué es lo que abren…?

-Sí, vamos a subir por esa escalera…

Cuidadosamente, subieron a la siguiente planta; un largo pasillo se encontraba frente a ellos, puertas cerradas de madera, carcomida por el paso de los años, vestían el corredor.
Ni una gota de luz se colaba en aquella planta, por lo que Sergio buscó la linterna en su mochila y la encendió. El reflejo de la luz dibujaba sombras en aquel techo calado por la humedad, las cuales salpicaban inquietud pero armados de valor se acercaron hasta la primera puerta.

-Ésta no abre…Ni ésta tampoco…Alumbra aquí Sergio….¡Ahora!

Después de empujar un poco, la puerta hinchada por la temperatura fría del lugar, cedió; un desagradable olor les envolvió, los chicos (tapándose la nariz y la boca) observaron la habitación con detenimiento.

-Mira éstas fotos Génesis, deben ser niños que vivían aquí….

Retratos en blanco y negro de niños colgaban de la pared, una cama y una cajonera no muy pequeña eran los únicos muebles que había, cubiertos con una gran capa de polvo amarillento daban un aspecto bastante tétrico. Sobre la cajonera, había un marco apoyado a la pared, Génesis se dirigió hacia él y lo sostuvo sobre sus manos.

-Sergio, fíjate en esta foto….
-Es ella, estoy seguro.
La imagen de una mujer con un vestido blanco, su rostro serio y esa mirada inexpresiva estremecía. Su cabello negro azabache, recogido hacia atrás, marcaba las facciones duras de aquella Dama, la Dama blanca.

Entusiasmados por la pista que habían encontrado, recorrieron todas las habitaciones en busca de la de ella, no debía estar muy lejos y con las llaves que tenían posiblemente la encontrarían. Creían que estando cerca de sus cosas, si realmente continuaba en el orfanato, se les presentaría y al menos podrían grabar alguna psicofonía.
Pero finalmente no fue así, ninguna de aquellas estancias pertenecía aquel famoso fantasma, abatidos, continuaron por la siguiente planta, ahora unas grandes salas cubrían el piso. Los muebles estaban cubiertos por sábanas grises, grandes mesas rodeadas por sillas cruzaban la sala, al final de ésta podían observarse unas puertas cerradas.
Se dirigieron a ellas con esperanza de encontrar tras éstas la habitación que buscaban y así fue, después de pasar por las dos primeras, encontraron la de la Dama Blanca.
Dudaron un instante, (puesto que esa era la última, sin duda debía ser la de ella) pero el deseo de descubrir lo que se encontraba tras aquella puerta pudo con el miedo y buscaron la llave correcta.

-         ñññiiinggg….

 El crujido de aquella puerta se hizo interminable, una vez abierta, se adentraron y una ola de frío intenso les cubrió por completo.
Se quedaron quietos en el centro de aquel habitáculo, la oscuridad les inundaba y el silencio les calaba con fuerza, Sergio reaccionó y comenzó a ojear a su alrededor. Sobre una estantería colgada de la pared, había una caja de madera y junto a ella un retrato.
Génesis, se acercó pensativa y sostuvo el marco entres sus manos, una sucesión de imágenes sumergieron como destellos dentro de su mente, sus ojos abiertos de par en par brillaban en la oscuridad y Sergio, asustado agarró el brazo rígido de su novia sin conseguir sacarla de aquel trance.

-¡Génesis! (Gritó Sergio al ver que ella reaccionaba y cerraba los ojos)

-         Estoy bien, la he visto, la he visto como si estuviera debajo del agua, no sé, sus ojos me miraban fijamente y su boca articulaba palabras que no he podido entender… ¿Qué crees que significa, Sergio?

-         No lo sé, lo que está claro es que existe y ya sabe que estamos aquí…….







Génesis se acercó hasta la mesita que había a un lado de la cama y abrió los cajones buscando alguna información sobre ella, algo que les diera alguna pista sobre si realmente era tan temible como contaba la leyenda. En el fondo del segundo cajón, una especie de libreta quedaba enganchada, después de tirar un poco logró sacarla. Sopló la gruesa capa de polvo que la cubría y se dispuso a abrirla.

“Miércoles, 28 de abril del 1941

Ayer salí de la enfermería, esta vez sólo me ha roto la mano, menos mal que no fue la derecha por que si no iba a estar rezando durante tres meses.
Miguel Ángel intentó defenderme otra vez, estoy muy contento de que haya llegado al orfanato, creo que seremos buenos amigos.


 Lunes, 4 de mayo del 1941

María no ha vuelto, desde que la madre superiora se la llevó ayer no ha aparecido y no creo que lo haga. La habrá matado como a los otros. Ya no puedo soportarlo más. “



Génesis leía el diario en voz alta con atención; de repente, una brisa espesa les rozó la espalda a los dos, un escalofrío les recorrió por el cuerpo y en ese mismo instante se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, la Dama Blanca estaba con ellos en el dormitorio y no tardaría en salir de la estancia para pasearse por el orfanato. La habían liberado.


Mirándose atónitos por lo que acababa de suceder salieron tras ella, el espectro de aquella terrible mujer bajó por las escaleras, dejando tras de si una ola de frío que permitía a los chicos perseguirla entre aquellas oscuras paredes; no sabían donde iban pero no dudaban en continuar tras ella. 


El silencio les envolvió al entrar en una gran sala dónde les había dirigido el fantasma. El ruido de una gota de agua al caer era el único sonido que recorría aquel lugar.

-¿Dónde estamos?, enfoca aquí Sergio.

Azulejos blancos cubrían las paredes y el suelo, unas lámparas de hierro oxidado colgaban del techo, Sergio buscaba con la tenue luz de su linterna la procedencia de aquel ruido, finalmente vieron un aljibe al fondo de la sala.
Se acercaron sigilosamente, el agua negra que cubría aquella piscina desprendía un olor nauseabundo, Génesis se arrodilló frente a ella y fue a introducir su mano para tocarla cuando el ruido de la puerta al cerrarse les sorprendió, de un impulso se giraron alumbrando con sus linternas y se encontraron delante de la Dama Blanca. Los ojos negros sin vida de aquel espectro se iba acercando a ellos rápidamente y en una fracción de segundo cayeron hacía atrás sumergiéndose en aquella apestosa agua.



La oscuridad les atrapó. Sergio abrió los ojos sin conseguir ver nada a su alrededor. Alargó sus brazos y con sus manos fue palpando sobre el suelo de aquella balsa, sólo quería encontrar a Génesis y salir de allí lo más rápido posible. Finalmente la encontró y la agarró con fuerza del brazo impulsándose hacia arriba, pero algo no iba bien, se giró para intentar ver a su novia y de repente un cadáver putrefacto se abalanzó suavemente sobre él, enérgicamente se lo apartó de encima y salió a la superficie. De un salto se colocó en el borde del aljibe y buscó desesperadamente a Génesis. Pero ella no estaba por ninguna parte, volvió sin pensarlo al agua y la buscó en las profundidades hasta que logro encontrarla.

-¡Génesis!, ¡Génesis! Gritaba Sergio desconsolado.

Pasaron unos segundos hasta que volvió en si…

-Sergio, lo he visto todo, los niños…

Cuando Génesis cayó al agua y abrió los ojos en aquella oscuridad, una luz  cegadora la invadió llevándola al pasillo del orfanato, ahora con tan sólo siete años y rodeada de niños de su edad formaba fila mirando hacia el suelo. El ruido de los tacones contra el duro suelo les indicaba a los pequeños que la madre superiora  se acercaba. Temblorosos por la presencia de ésta, guardaban silencio sin moverse ni un centímetro.


El sonido de una canica al caer contra la superficie del pasillo los alarmó a todos, Génesis ladeó su cabeza y pudo ver a un niño de unos cinco años aproximadamente arrodillarse rápidamente para recuperarla, su intento fue nulo ya que antes de alcanzarla la señora del retrato, vestida con su atuendo blanco lo agarró de una oreja y levantándolo del suelo lo llevó hasta el principio de la fila, una vez allí lo soltó empujándolo fuertemente hasta la pared del lateral. El niño lloraba y se tapaba la cara, para evitar recibir más golpes.
Pasados unos segundos se dirigieron todos al interior de un aula, en la que en silencio esperaron mientras oían los lamentos de la pobre criatura que había quedado tumbada en el suelo.

La oscuridad la volvió a atrapar…

Ahora, esperaba en el baño con dos niñas de su edad. En silencio se miraban una a otras nerviosas. Génesis no sabia bien que estaba haciendo allí, sus recuerdos eran los mismos de antes de llegar  pero su mente sólo tenía 7 años, se dejaba llevar.
La puerta se abrió, un niño se asomó haciéndoles señas para que le siguieran, en el corredor cinco niños más esperaban ansiosos. Tras pasos acelerados por los interiores del orfanato llegaron a unas escaleras. Los niños bajaron por ellas muy sigilosamente y llegaron a una sala, la sala del aljibe.




Escondidos todos tras un gran armario, Génesis se encontraba perpleja, justo al otro lado estaba la Dama Blanca zarandeando de un lado a otro a una pequeña niña que lloraba y gritaba desconsoladamente. En aquel mismo instante otro de los niños escondido junto a Génesis salió y empujó a la madre superiora al agua, ésta cayó y subió a la superficie rápidamente, entonces otra de las niñas que había estado con Génesis en el baño le propinó un golpe con un tubo de hierro que habían escondido allí días atrás.

El cuerpo sin vida de la Dama Blanca se hundió lentamente en aquella agua oscura, con una expresión de horror en la cara. Aquel día sería el último que maltrataría a ningún niño más.

- ¡Riiiiiiiinnnggggg…!
- Las 8… Génesis ¿estás bien?, te veo muy sofocada…
- Estoy bien, he vuelto a soñar…



Fin

                                                                                                      Caroline
                                                                                                                     







Situación crítica.....Cuando haces pop....


Relato enviado por Mireia, de Barcelona.



“Hace tiempo, indagando por Internet encontré esta historia “real”, ocurrida en Estados Unidos. Espero que os guste…..

Una mañana de Enero una hombre que se encontraba en el aparcamiento de un supermercado, vio a una chica en su vehiculo paralizada, con las manos sujetándose la parte trasera de la cabeza. Extrañado por la situación y al ver que pasaban varios minutos y ésta no parecía moverse, se acercó hasta el vehículo y le preguntó si le ocurría algo. La chica, muy asustada le dijo que al subir en su coche, alguien sentado en la parte trasera le había disparado en la cabeza y que con sus manos se sujetaba la masa cerebral. El hombre sobresaltado quiso socorrer a la chica, la cual no queria bajar las manos ni para abrirle la puerta. Éste llamó a la policía y a la ambulancia, que en unos minutos ya se encontraban en el aparcamiento.  Los bomberos, tuvieron que abrir la puerta del coche, ya que ella se negaba a soltarse la cabeza, lógicamente. Una vez abierta la puerta, socorrieron a la chica, y al ver de lo que se trataba quedaron perplejos ante la situación.

Resulta que lo que realmente había sucedido es que en la parte trasera del vehiculo había una bolsa de patatas la cual debido al calor explotó justo al entrar ella en el coche, colocándosele la  masa de patatas derretida justo detrás de la cabeza, y ésta del susto se desmayó, despertándose minutos más tarde y pensándose que era su celebro lo que tenía pegado en la cabeza.


Mireia”



Podéis enviar vuestras historias reales o ficticias a : lugaressolitarios@gmx.es

Las iremos publicando……



LA CARAVANA


                                                              LA CARAVANA

Aquella misma semana les había llegado la caravana, estaban impresionados por las dimensiones que ésta tenía, nada que ver con la furgoneta con la que habían recorrido largos caminos en los últimos cuatro años.

-         ¡Sergio, has visto que pedazo de sofá!, aquí cabemos todos. Y mira, esto se abre.
(Dijo Génesis, ilusionada, mientras abría un portón situado en la parte superior de la caravana. Sergio reía mientras estiraba la funda que le había colocado al asiento del conductor).
-    ¡Y qué bien que nos lo vamos a pasar!, ¿Verdad, Génesis?

Génesis estaba ya organizando la pequeña aventura cuando recibió la noticia de que su hermana iría a visitarlos justo ese mismo fin de semana. Una vez hablado entre ellos, decidieron que les acompañara junto a los demás, ya que solo era dos años menor que el resto del grupo y pensó que podría llevarse bien con todos.
La caravana se componía de cuatro compartimentos con camas dobles, es decir, que era para ocho personas. A parte del baño y una cocina muy bien organizada, había una mesa grande y un sofá en el que podían acomodarse bastante bien.
Sergio y Génesis hacía mucho tiempo que deseaban tener algo mejor que la furgoneta donde habían viajado los últimos cuatro años. A ellos les encantaba disfrutar así de su tiempo libre, y el tema del espacio les limitaba a la hora de poder compartir aquellos viajes con sus amigos, por lo que ahora estaban deseando emprender aquel viaje lleno de emoción y sobre todo aventuras, pero no de las que ellos se imaginaban….

-         ¡Chicos!, ¿estáis todos listos?, ¡Pues… en marcha!. (Dijo Sergio ilusionado).

Salieron sobre las cuatro de la tarde, un sol ardiente les acompañó durante el trayecto, a pesar del pesado calor que les envolvía, lo estaban pasando bastante bien. Sergio, el novio de Génesis se pasaba el rato contándole a Natalia, su cuñada, las aventuras que habían estado viviendo los últimos años con su vieja furgoneta. Los demás se encontraban sentados mirándole expectantes, todos escuchaban a Sergio, ya que este tenía una forma muy agradable de contar las cosas, escuchándole se dejaban llevar entre sus palabras sumergiéndose en ese falso recuerdo de sus historias y les hacía protagonistas de ellas sin haberlas vivido.
Pablo era el mejor amigo de los dos, había pasado junto a ellos los mejores momentos de su vida y era como uno más en aquel mundo de capítulos vivos. Era una persona extrovertida y bondadosa y se pasaba el rato asintiendo con la cabeza cada vez que su compañero habría la boca para dejar aflorar alguna de sus vivencias pasadas; Y allí se encontraban, como en una escena de la familia Breidi.

Al atardecer, decidieron parar en una gasolinera de la carretera. Habían decidido no hacer más de una parada hasta llegar al lago, por le que aquella sería la única oportunidad de “estirar bien las piernas” y “evacuar” todo lo necesario.
Maria, la novia de Pablo se había sentido algo mareada las dos últimas horas, por lo que se estiró en un montículo de tierra rodeado de césped, y con la camiseta tapándose la cara, se sumergió en un breve sueño. Pablo, que no le quitaba ojo de encima desde su accidente, se acercó en silencio y con sigilosamente se recostó junto a ella, pasó su brazo alrededor de la cabeza e intentó acompañarla en aquel ligero trance.

Transcurridos unos cuarenta minutos de su parada, continuaron su marcha, no sin antes equiparse de todo tipo de aperitivos que comenzaron a engullir nada mas subir a la caravana.

Oscurecía… Las primeras indicaciones hacia el lago se habían visto hacía ya unos kilómetros atrás. Vieron unas luces a lo lejos, cuando su distancia hacia ellas fue acortándose pudieron ir apreciando que se trataba de un accidente, luces de policía y de ambulancias rodeaban el lugar, justo al pasar a la altura de todo aquel infierno pudieron ver lo que parecía un cuerpo destrozado  en la carretera, un coche de color blanco se encontraba apartado en el arcén y junto a él un hombre de unos cuarenta años, llorando desconsoladamente, se echaba las manos a la cabeza.

-         ¡Dios mío! (Dijo Maria horrorizada)
Los demás no contestaron a Maria, se quedaron expectantes testigos del dolor ajeno de aquella situación.

Todo aquel horror les había puesto de muy mal cuerpo, Génesis no dejaba de pensar en aquel cuerpo sin vida, su hermana Natalia estaba con los ojos fijos en el cristal de la ventana, con la mirada perdida en la oscuridad, cuando de pronto vio a una chica andando por el arcén. Su rostro se iluminó por los faros de la caravana y ésta comenzó a hacerles señas para que pararan. Después del accidente que habían presenciado, no dudaron y pararon, no querían ser culpables de que otra persona muriera por andar por aquella carretera.

Al bajar a socorrerla , las luces de la policía aún deslumbraban a lo lejos y un olor a quemado inundaba el lugar… Extrañados le preguntaron a la chica cual era el motivo de su presencia allí, si tenía algo que ver con el accidente, pero les explicó que ella no sabía nada de ningún accidente, que ella se encontraba con un grupo de amigos acampados en el lago, y que debido a que uno de ellos se había propasado un poco con ella, ésta enfadada se había marchado. Una vez en la caravana Diego, que se había pasado todo el trayecto sin abrir la boca, salvo para quejarse sobre el calor que habían estado sufriendo durante aquellos largos kilómetros, se levantó y sin disimular la atracción que había sentido al verla, se acercó y le cedió el sitio, sentándose junto a ella para avasallarla sobre todo tipo de preguntas. Sergio, que ya se había percatado de la incomodidad de la pobre chica, le interrumpió, procediendo a realizar las presentaciones de todo el grupo.

- Yo soy Isabel, encantada de conoceros. Gracias por dejarme subir. Creí que iba a tener que pasar toda la noche caminando sola por aquella oscura carretera (comentó la nueva pasajera).

Isabel, comentó a los chicos que ya que pensaban acampar en el lago, podrían acercarse hasta donde se encontraban sus amigos, y así acomodarse más fácilmente, ya que ellos allí disponían de todo lo necesario para pasar unos días, al menos podrían pasar la noche y buscar otro lugar por la  mañana. Sin mucho discutirlo entre ellos, pusieron rumbo hacia el lago por el camino que Isabel les indicó, sin saber lo que al final de él les esperaba…

El fin de semana  que viene podréis continuar leyendo lo que les pasó a Génesis y sus amigos…




Una vez adentrados en aquella oscura senda, una sensación de intranquilidad fue apoderando a los chicos. Aquel olor a quemado del que se habían percatado junto al accidente no se iba del ambiente, parecía que aquel hedor hubiera empañado el bosque entero y se les colaba por el radiador de la caravana.
 Natalia, no apartaba la mirada de Isabel, la inspeccionaba de arriba abajo como si pudiera ver en su interior, Génesis que ya se había percatado de la ocupación de su hermana le preguntó a ésta que si ocurría algo, porque no era normal su actitud. Natalia expresó su desconfianza sobre Isabel, la cual no se había dado cuenta de nada, pero Génesis no le dio mucha importancia al tema, e intentó distraer la atención de ésta preguntándole acerca de sus amigos y de cómo se lo estaban pasando en el lago.


-Bien, el día lo hemos pasado bañándonos en el lago, al anochecer hicimos una hoguera junto a las tiendas y sentados alrededor nos hemos puesto a beber sin parar, Héctor, el chico por el cual me marché, no paraba de insistir en que le besara y Mario, otro amigo, se puso a discutir con él, así que me marché de allí. Supongo que no se habrán ni molestado en buscarme, pero si se piensan que se van a librar de mí lo llevan claro. El resto de chicos y chicas son de mi barrio, son buena gente, ya veréis como os caen genial. 

Después de la charla que había soltado Isabel, los chicos se miraron unos a otros, dudando si habían hecho bien en regresar con ella al lago, quizá sus amigos no se alegrarían mucho al verla ya que había dado a entender que no tenían demasiada complicidad, Génesis miraba fijamente a su hermana, la cual asentía con la cabeza devolviéndole esa fugaz observación.

Minutos más tarde, el camino por el cual se adentraban al bosque dirección al lago, se hacía cada vez más tenebroso. Los viejos guardianes de aquella naturaleza parecían querer abrazar la caravana con sus largos y retorcidos brazos. La oscuridad absoluta envolvía el lugar, el silencio reinaba entre ellos, e Isabel, callada, no parecía percatarse del temor de sus acompañantes. Pero en el mismo instante que Natalia iba a decir lo que todos pensaban, llegaron al final del sendero y ahora unas luces y música ambientaba el lugar. Tiendas de campaña tendidas junto a una hoguera, chicos bailando alrededor de ella y las luces que resplandecían encima del agua de aquel inmenso lago que yacía tras ellos.

-¡Bueno, ya hemos llegado! (Dijo Isabel entusiasmada).

Todos suspiraron, se miraron y rieron de pensar en lo bobos que habían sido, pero Natalia no estaba convencida, seguía sin estar segura cerca de aquella extraña chica.
Al bajar de la caravana aquel intenso olor a quemado seguía con ellos, parecía que lo llevaran impregnado en sus ropas.

Una vez hechas las presentaciones de los dos grupos, decidieron pasar la noche con ellos, se acomodaron todos junto a la hoguera y fueron invitados a todo tipo de alcohol, rieron, bebieron y jugaron a varios juegos.

Óscar, un chico del grupo de Isabel, se sentó junto a Natalia, y comenzó a intimar con ella, la cual se alegró de su presencia  y sin darle tregua le preguntó sobre Isabel.

-         Bueno, en realidad yo soy el que menos la conoce, es una compañera de clase de mi primo, pero no se lleva realmente bien con nadie de nosotros. Más bien es la “rarita” del grupo, bueno que digo del grupo, del barrio entero. Pero la furgoneta con la que hemos traído todas las cosas es suya, por eso ha venido con nosotros. (Explicó Oscar).
-         No lo entiendo, entonces, si la furgoneta es suya, ¿por qué se marchó caminando? (Contestó Natalia pensativa).
-         Pues….ahora que lo dices, no lo sé, realmente no recuerdo muy bien ese momento, no debía de estar presente. Supongo que no pensaba marcharse, simplemente llamar la atención ya que pasamos de ella totalmente.

Génesis que se encontraba acurrucada junto a Sergio, observaba a todos en silencio, finalmente el largo trayecto que habían hecho estaba valiendo la pena. Los chicos que habían conocido eran muy enrollados y estaba pensando en comentarle a los demás que les parecía acampar todo el fin de semana junto a ellos, ya que de momento parecía que todos se llevaban bastante bien. Y realmente así era. Pasaron toda la noche riendo y explicando uno y otro las aventuras de cada grupo.

Natalia estaba realmente encantada con Óscar, los demás ya se habían percatado de la situación y a ellos parecía no importarles para nada,

-         Esta noche no creo, pero la siguiente seguro que dormirán tan juntos como están ahora…(Comentó Pablo al resto entre risas….)

Por la mañana, aquel lugar era precioso, algunos de los chicos continuaban dormidos cuando Génesis, Sergio, Diego y Maria se fueron a bañar al lago. Natalia y los demás no tardaron en despertar por los gritos que daban sus compañeros.

Como la caravana la habían instalado un poco apartada de la hilera de tiendas, Natalia impaciente por ver al chico tan encantador que había conocido la noche anterior y al no poder ver la tiendas desde donde se encontraban, decidió preparar el desayuno para ir a despertarlo. Entusiasmada se dirigió con un café humeante hacia las tiendas de sus nuevos amigos.
Cuando se encontraba delante de ellas, un escalofrío le recorrió el cuerpo, estremeciéndola, su pensamiento quedó paralizado al ver algo extraño, se acercó sigilosamente, y sin pensar en lo que sus ojos estaban a punto de presenciar, abrió la cremallera de la primera tienda y un grito de horror le rasgó la garganta.

Génesis y los demás escucharon el grito de Natalia y corrieron hasta donde ella se encontraba. Sergio abrazó a Génesis, Maria comenzó a vomitar y Natalia, paralizada doblo sus piernas arrodillándose frente al cuerpo calcinado de su querido amigo Oscar.

Diego, sin pensarlo ni un minuto, comenzó a abrir el resto de tiendas, encontrándose la misma situación. Los chicos estaban muertos, Habían sido calcinados vivos. Sus extremidades agarrotadas se abrazaban en aquel infierno.

Entre gritos y lloros, fueron comprobando si faltaba alguno de los chicos, y efectivamente faltaba alguien…. Isabel no estaba entre ellos…





Natalia, histérica comenzó a gritarle a su hermana.

-¡¡Lo ves, te dije que esa tía no era de fiar, los a matado a todos!!
-Pero, ¿que estás diciendo, Natalia? No sabes si a sido ella….Además su furgoneta sigue ahí.
-¿¿Y entonces donde está??

Sergio, quería calmar un poco la situación, así qué propuso buscar a Isabel por los alrededores. Los chicos despertaron a Pablo, que no se había percatado de nada y una vez todos juntos, antes de buscar a Isabel, quisieron llamar a la policía, pero no tenían cobertura…..

-         Mejor que os quedéis aquí y nosotros iremos a buscar ayuda. (Propuso Sergio)
-         No, no, no, nosotras aquí no nos quedamos, cojamos la caravana y vayamos todos juntos.
-         Sí, tienes razón Génesis. (Contestó él)

Pablo, que no alcanzaba todavía a comprender qué era lo que había sucedido realmente, ya qué sus amigos estaban tan nerviosos que no sabían como decirle que todas aquellas personas con las que habían pasado la noche estaban muertas. Éste se dirigió hacia las tiendas, y con un nudo en la garganta se arrodilló junto al primer cadáver, los ojos sin vida de Oscar miraban hacia arriba, la mueca de dolor podía apreciarse a simple vista, el olor que aquellos cuerpos calcinados desprendían era el mismo que había estado oliendo desde el accidente, una ligera peste a gasolina sumergía sobre el olor de la piel quemada. Pablo, que no tenía ni un pelo de tonto, decidió buscar el origen de aquella pestilencia y siguiendo aquel rastro encontró el origen del incendio. Dos garrafas de gasolina se encontraban volcadas detrás de la furgoneta de Isabel. Éste, sin más preámbulos, se acercó hasta el maletero y lo abrió, lo que encontraron allí les aclaró bastante lo que había sucedido.
Isabel llevaba en su furgoneta 1 garrafa de gasolina, por lo que rápidamente entendieron que aquella extraña chica había ido con la intención de asesinar a sus amigos, suponían debido a las burlas y desprecios que sufría.

Sin dudarlo más, envueltos en el pánico, partieron entre lágrimas hacia la carretera, Sergio conducía a toda prisa, Génesis se agarraba a la puerta con fuerza, no podía entender como se les había convertido el viaje en una pesadilla, se preguntaba si realmente aquella chica que los había llevado allí había sido la autora de los terribles asesinatos y la suerte que tenían de no haber acabado ellos igual.
Mientras los kilómetros avanzaban, el camino se hacía mas largo, parecía no acabar nunca y los chicos cada vez estaban más nerviosos y alterados; Al girar en una de la curvas, todos se sobresaltaron al ver a Isabel junto al camino, Sergio frenó la caravana de golpe y dio marcha atrás hasta la altura de la chica, mientras que las chicas chillaban para que no parase, por miedo a que les hiciese algo. Cuando paró, ya no estaba, en su lugar una señal se encontraba delante de ellos y sin pesarlo, Pablo, salió por la parte trasera acompañado de Diego, María intentó sujetarlo para evitar que se alejase de ella siendo inútil su esfuerzo. Los chicos comenzaron a buscar a Isabel por allí pero no había rastro de ella. Atónitos, continuaron su marcha hacia la gasolinera más cercana para poder pedir ayuda. Génesis no paraba de intentar llamar por su móvil sin cobertura alguna.




Y no acababa nunca….El sendero que les había conducido hasta aquel horrible infierno no tenía fin, Sergio que ya no sabía que decir para tranquilizar a sus amigos, puso la radio, “pensó”, que quizá oír las voces de la sociedad les hacía sentirse más cerca de la civilización y más alejados de aquella horrible pesadilla.

La primera emisora que pudo encontrar con claridad entre aquellos frondosos árboles que les rodeaban anunciaba el accidente que habían presenciado la noche anterior, inundados por aquellas palabras que salían del altavoz se quedaron escuchándolas con atención:

- “Terrible accidente en la carretera nacional 320 de Toledo, en el kilómetro 47, en el que se vieron implicados dos vehículos. El primero, un SEAT Ibiza atropelló mortalmente a una chica que se disponía a cruzar la autovía, la cual venía de una acampada en el Lago Sebedra, situado a pocos kilómetros del fatídico accidente. El segundo siniestrado ha sido una caravana que justo al pasar junto a los servicios de seguridad que estaban en el lugar de los hechos y debido a una distracción del conductor por dicho accidente, se salieron de la carretera estrellándose metros más adelante y muriendo todos en el acto”.




Sobresaltada, Génesis paró el despertador y suspiró…. Por fin la pesadilla había terminado, se giró y rodeó su brazo para abrazar a Sergio.

-         Buenos días cariño, ¿estás preparada?¡¡Venga en pie, que los chicos llegaran de un momento a otro para irnos al lago y estrenar la nueva caravana…




Fin…


                                                                                                                      Caroline