Anochecía… las gotas de
lluvia que caían sobre sus rostro no la dejaba ver con precisión, sus botas se
hundían cada vez más sobre aquel espeso barro que el agua había creado, las
mochilas todavía no habían comenzado a dejarse calar, pero si no llegaban pronto,
esto no tardaría en suceder.
-
Mira, allí al
fondo creo ver algo… ¡Sí, allí es!
Los ojos de Génesis y
Sergio quedaron deslumbrados por las dimensiones de aquel imponente orfanato,
situado sobre aquel olvidado valle en el que estremecía su aspecto macabro.
Los dos solos,
decidieron ir a visitar aquel
espeluznante edificio abandonado con la idea de encontrar alguna señal de la
“Dama blanca”, algo que les hiciera creer que era real, ya que aquella historia
no dejaba de oírse por todos los rincones del pueblo.
Caían las seis de la
tarde aproximadamente cuando sus pies tocaron el suelo frío de aquel ancho
recibidor. Vestido con largas telas de color rojo oscuro, aquel lugar parecía
contener los gritos de cientos de niños abandonados allí durante la guerra.
Génesis sostenía su
cámara fotográfica sobre su mano derecha mientras que con la otra intentaba
abrir un cajón situado en el extremo del pasillo, levantando una nube de polvo
rancio, el cajón cedió. En su interior, varios juegos de llaves antiguas brillaban
en la oscuridad, sin dudarlo, las agarró y se las mostró a Sergio.
-Mira, seguro que son de
los dormitorios de los huérfanos, ¿te apetece que busquemos qué es lo que abren…?
-Sí, vamos a subir por
esa escalera…
Cuidadosamente, subieron
a la siguiente planta; un largo pasillo se encontraba frente a ellos, puertas
cerradas de madera, carcomida por el paso de los años, vestían el corredor.
Ni una gota de luz se
colaba en aquella planta, por lo que Sergio buscó la linterna en su mochila y
la encendió. El reflejo de la luz dibujaba sombras en aquel techo calado por la
humedad, las cuales salpicaban inquietud pero armados de valor se acercaron
hasta la primera puerta.
-Ésta no abre…Ni ésta
tampoco…Alumbra aquí Sergio….¡Ahora!
Después de empujar un
poco, la puerta hinchada por la temperatura fría del lugar, cedió; un
desagradable olor les envolvió, los chicos (tapándose la nariz y la boca)
observaron la habitación con detenimiento.
-Mira éstas fotos
Génesis, deben ser niños que vivían aquí….
Retratos en blanco y
negro de niños colgaban de la pared, una cama y una cajonera no muy pequeña eran
los únicos muebles que había, cubiertos con una gran capa de polvo amarillento
daban un aspecto bastante tétrico. Sobre la cajonera, había un marco apoyado a
la pared, Génesis se dirigió hacia él y lo sostuvo sobre sus manos.
-Sergio, fíjate en esta
foto….
-Es ella, estoy seguro.
La imagen de una mujer
con un vestido blanco, su rostro serio y esa mirada inexpresiva estremecía. Su
cabello negro azabache, recogido hacia atrás, marcaba las facciones duras de
aquella Dama, la Dama blanca.
Entusiasmados por la
pista que habían encontrado, recorrieron todas las habitaciones en busca de la
de ella, no debía estar muy lejos y con las llaves que tenían posiblemente la
encontrarían. Creían que estando cerca de sus cosas, si realmente continuaba en
el orfanato, se les presentaría y al menos podrían grabar alguna psicofonía.
Pero finalmente no fue
así, ninguna de aquellas estancias pertenecía aquel famoso fantasma, abatidos,
continuaron por la siguiente planta, ahora unas grandes salas cubrían el piso.
Los muebles estaban cubiertos por sábanas grises, grandes mesas rodeadas por
sillas cruzaban la sala, al final de ésta podían observarse unas puertas
cerradas.
Se dirigieron a ellas con
esperanza de encontrar tras éstas la habitación que buscaban y así fue, después
de pasar por las dos primeras, encontraron la de la Dama Blanca.
Dudaron un instante,
(puesto que esa era la última, sin duda debía ser la de ella) pero el deseo de
descubrir lo que se encontraba tras aquella puerta pudo con el miedo y buscaron
la llave correcta.
-
ñññiiinggg….
El crujido de aquella puerta se hizo
interminable, una vez abierta, se adentraron y una ola de frío intenso les
cubrió por completo.
Se quedaron quietos en el
centro de aquel habitáculo, la oscuridad les inundaba y el silencio les calaba
con fuerza, Sergio reaccionó y comenzó a ojear a su alrededor. Sobre una
estantería colgada de la pared, había una caja de madera y junto a ella un
retrato.
Génesis, se acercó
pensativa y sostuvo el marco entres sus manos, una sucesión de imágenes
sumergieron como destellos dentro de su mente, sus ojos abiertos de par en par
brillaban en la oscuridad y Sergio, asustado agarró el brazo rígido de su novia
sin conseguir sacarla de aquel trance.
-¡Génesis! (Gritó Sergio
al ver que ella reaccionaba y cerraba los ojos)
-
Estoy bien,
la he visto, la he visto como si estuviera debajo del agua, no sé, sus ojos me
miraban fijamente y su boca articulaba palabras que no he podido entender… ¿Qué
crees que significa, Sergio?
-
No lo sé, lo
que está claro es que existe y ya sabe que estamos aquí…….
Génesis se acercó hasta la mesita que había a un lado de la cama y abrió los cajones buscando alguna información sobre ella, algo que les diera alguna pista sobre si realmente era tan temible como contaba la leyenda. En el fondo del segundo cajón, una especie de libreta quedaba enganchada, después de tirar un poco logró sacarla. Sopló la gruesa capa de polvo que la cubría y se dispuso a abrirla.
“Miércoles, 28 de abril del 1941
Ayer salí de la enfermería, esta vez sólo me ha roto la mano, menos mal que no fue la derecha por que si no iba a estar rezando durante tres meses.
Miguel Ángel intentó defenderme otra vez, estoy muy contento de que haya llegado al orfanato, creo que seremos buenos amigos.
Lunes, 4 de mayo del 1941
María no ha vuelto, desde que la madre superiora se la llevó ayer no ha aparecido y no creo que lo haga. La habrá matado como a los otros. Ya no puedo soportarlo más. “
Génesis leía el diario en voz alta con atención; de repente, una brisa espesa les rozó la espalda a los dos, un escalofrío les recorrió por el cuerpo y en ese mismo instante se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, la Dama Blanca estaba con ellos en el dormitorio y no tardaría en salir de la estancia para pasearse por el orfanato. La habían liberado.
Mirándose atónitos por lo que acababa de suceder salieron tras ella, el espectro de aquella terrible mujer bajó por las escaleras, dejando tras de si una ola de frío que permitía a los chicos perseguirla entre aquellas oscuras paredes; no sabían donde iban pero no dudaban en continuar tras ella.
El silencio les envolvió al entrar en una gran sala dónde les había
dirigido el fantasma. El ruido de una gota de agua al caer era el único
sonido que recorría aquel lugar.
-¿Dónde estamos?, enfoca aquí Sergio.
Azulejos blancos cubrían las paredes y el suelo, unas lámparas de hierro oxidado colgaban del techo, Sergio buscaba con la tenue luz de su linterna la procedencia de aquel ruido, finalmente vieron un aljibe al fondo de la sala.
Se acercaron sigilosamente, el agua negra que cubría aquella piscina desprendía un olor nauseabundo, Génesis se arrodilló frente a ella y fue a introducir su mano para tocarla cuando el ruido de la puerta al cerrarse les sorprendió, de un impulso se giraron alumbrando con sus linternas y se encontraron delante de la Dama Blanca. Los ojos negros sin vida de aquel espectro se iba acercando a ellos rápidamente y en una fracción de segundo cayeron hacía atrás sumergiéndose en aquella apestosa agua.
La oscuridad les atrapó. Sergio abrió los ojos sin conseguir ver nada a su alrededor. Alargó sus brazos y con sus manos fue palpando sobre el suelo de aquella balsa, sólo quería encontrar a Génesis y salir de allí lo más rápido posible. Finalmente la encontró y la agarró con fuerza del brazo impulsándose hacia arriba, pero algo no iba bien, se giró para intentar ver a su novia y de repente un cadáver putrefacto se abalanzó suavemente sobre él, enérgicamente se lo apartó de encima y salió a la superficie. De un salto se colocó en el borde del aljibe y buscó desesperadamente a Génesis. Pero ella no estaba por ninguna parte, volvió sin pensarlo al agua y la buscó en las profundidades hasta que logro encontrarla.
-¡Génesis!, ¡Génesis! Gritaba Sergio desconsolado.
Pasaron unos segundos hasta que volvió en si…
-Sergio, lo he visto todo, los niños…
Cuando Génesis cayó al agua y abrió los ojos en aquella oscuridad, una luz cegadora la invadió llevándola al pasillo del orfanato, ahora con tan sólo siete años y rodeada de niños de su edad formaba fila mirando hacia el suelo. El ruido de los tacones contra el duro suelo les indicaba a los pequeños que la madre superiora se acercaba. Temblorosos por la presencia de ésta, guardaban silencio sin moverse ni un centímetro.
El sonido de una canica al caer contra la superficie del pasillo los alarmó a todos, Génesis ladeó su cabeza y pudo ver a un niño de unos cinco años aproximadamente arrodillarse rápidamente para recuperarla, su intento fue nulo ya que antes de alcanzarla la señora del retrato, vestida con su atuendo blanco lo agarró de una oreja y levantándolo del suelo lo llevó hasta el principio de la fila, una vez allí lo soltó empujándolo fuertemente hasta la pared del lateral. El niño lloraba y se tapaba la cara, para evitar recibir más golpes.
Pasados unos segundos se dirigieron todos al interior de un aula, en la que en silencio esperaron mientras oían los lamentos de la pobre criatura que había quedado tumbada en el suelo.
La oscuridad la volvió a atrapar…
Ahora, esperaba en el baño con dos niñas de su edad. En silencio se miraban una a otras nerviosas. Génesis no sabia bien que estaba haciendo allí, sus recuerdos eran los mismos de antes de llegar pero su mente sólo tenía 7 años, se dejaba llevar.
La puerta se abrió, un niño se asomó haciéndoles señas para que le siguieran, en el corredor cinco niños más esperaban ansiosos. Tras pasos acelerados por los interiores del orfanato llegaron a unas escaleras. Los niños bajaron por ellas muy sigilosamente y llegaron a una sala, la sala del aljibe.
Escondidos todos tras un gran armario, Génesis se encontraba perpleja, justo al otro lado estaba la Dama Blanca zarandeando de un lado a otro a una pequeña niña que lloraba y gritaba desconsoladamente. En aquel mismo instante otro de los niños escondido junto a Génesis salió y empujó a la madre superiora al agua, ésta cayó y subió a la superficie rápidamente, entonces otra de las niñas que había estado con Génesis en el baño le propinó un golpe con un tubo de hierro que habían escondido allí días atrás.
El cuerpo sin vida de la Dama Blanca se hundió lentamente en aquella agua oscura, con una expresión de horror en la cara. Aquel día sería el último que maltrataría a ningún niño más.
- ¡Riiiiiiiinnnggggg…!
- Las 8… Génesis ¿estás bien?, te veo muy sofocada…
- Estoy bien, he vuelto a soñar…
Fin
Caroline